Puntos clave:
- Los berrinches son una parte normal del desarrollo de los niños pequeños.
- Comprender las emociones de tu hijo puede prevenir los berrinches.
- Identifica posibles desencadenantes de los berrinches, como el hambre, el cansancio y la sobreestimulación.
- Practica la crianza positiva para manejar y prevenir los berrinches.
Los berrinches o rabietas son muy comunes en los bebés y niños pequeños porque son el medio a través del cual lidian con emociones complicadas. Es importante ser empático con las emociones de tu hijo para evitar detonar estas situaciones.
No necesitas tener un hijo para estar familiarizado con este fenómeno. Es algo tan notorio y común que todos hemos visto o experimentado uno de primera mano.
Los berrinches son perfectamente normales y de esperarse en niños de entre 1 y 3 años. Para ellos, son el medio más accesible para lidiar con emociones que los superan. Durante esta etapa de desarrollo, los niños pequeños comienzan a desarrollar su independencia, pero siguen siendo dependientes de los adultos. Además, aún no cuentan con las habilidades o la madurez cognitiva para autorregularse. Y para colmo, a esta edad muchos niños no tienen el suficiente vocabulario para expresar sus emociones y deben arreglárselas con acciones físicas.
Hay berrinches de todo tipo e intensidad. Algunos niños lloran, gritan, patean, golpean con la cabeza, doblan la espalda, se tiran al suelo o incluso contienen la respiración. Cuando hacen esto, uno dice que “perdieron el control”, pero esta situación no es exclusiva de la primera infancia. Hay niños más grandes e incluso adultos que hacen berrinches cuando se sienten agobiados y no cuentan con las herramientas o habilidades necesarias para controlarse.
Algunas causas comunes de los berrinches son:
- Temperamento: Si tu hijo no tolera bien la frustración es muy probable que se enoje con más facilidad y reaccione con una rabieta.
- Hambre, cansancio y sobreestimulación: Para los niños, estas sensaciones son difíciles de identificar. ¿Has escuchado la frase “el hambre te vuelve insoportable”? Esto se debe a que las necesidades físicas afectan mucho nuestras emociones y son detonadores comunes de berrinches.
- Frustración y pérdida de control: Si un pequeño no puede completar una tarea porque esta supera su nivel de desarrollo, o si un niño más grande o un hermano se imponen sobre él, es común que eso detone una rabieta.
- Emociones complejas: El enojo, la vergüenza o la preocupación son sensaciones nuevas y agobiantes para los pequeños.
Consejos para lidiar con los berrinches:
Si bien estos son perfectamente normales, hay algunas estrategias que, como padres, pueden llevar a cabo para que las rabietas no sean tan frecuentes.
- Establece una rutina: Asegúrate de que tu pequeño no tenga hambre o sueño para evitar el enojo por necesidades físicas.
- Empatía: Hazte consciente de los sentimientos de tu hijo. Ponte en su lugar e imagina cómo debe sentirse. También puedes controlar la situación nombrando la emoción que está sintiendo y redirigiendo su atención hacia algo que le guste.
- Identifica los detonadores: Si tu pequeño siempre hace berrinches cuando salen de casa, anticípate a la situación. Lleva algunos juguetes adecuados, dale de comer, déjalo descansar con antelación y escoge espacios que no detonen alguna rabieta.
- Enséñale a nombrar sus emociones: Aunque los pequeñitos aún no sepan hablar bien, siempre están prestando atención. Si ves que tu hijo comienza a frustrarse y lanza un juguete, en vez de regañarlo, nombra la emoción y explícale por qué se siente así. Por ejemplo: “Lanzaste el juguete porque te frustraste. Sé que es difícil, déjame ayudarte para que ya no te sientas así”.
- Dale juguetes y planea actividades adecuadas: Crea un espacio divertido para jugar con tareas y juguetes adecuados para su desarrollo, porque las actividades más avanzadas solo generarán frustración.
Sabemos que es difícil lidiar con el torbellino de emociones de los niños, pero recuerda cuidar de ti misma también. Estos son algunos consejos de cómo enfrentar estas situaciones:
- Recuerda que el cerebro de tu pequeño está desarrollándose y que el lóbulo prefrontal, donde se encuentra la autorregulación, aún no ha madurado.
- Respira, quédate en el momento y mantén la calma. Es importante no mezclar tus emociones con las de tu hijo para poder controlar tus reacciones adecuadamente.
- Acepta que tanto sus emociones como las tuyas son complejas. La clave está en ser compasiva con tu hijo y contigo misma.
- Durante el berrinche, no trates de razonar o corregir a tu pequeño. Déjalo desahogarse e interviene inmediatamente, pero con calma, si ves que puede lastimarse o lastimar a los demás. Es importante que los niños aprendan a no temerle a las emociones complejas.
- Sé firme, amable y consistente. Si debes establecer límites, no flaquees. Empatiza con tu hijo, acéptalo incondicionalmente y escúchalo atentamente, pero establece límites claros por su propio bien. La consistencia permite que los niños se sientan seguros y aprendan sobre límites.
- Finalmente, sé un modelo de autorregulación. Si también “pierdes el control” estarás dando un mal ejemplo de conducta. Sin embargo, todos somos humanos y nos equivocamos. Por eso, cuando lo necesites, pide ayuda, tómate un descanso y enmienda tus errores.
Enseñarles a los niños cómo comportarse adecuadamente es muy importante para su desarrollo socioemocional, así que siempre ejerce la empatía antes que el regaño. Los expertos en crianza positiva establecen que una relación sólida entre padres e hijos es la mejor manera de motivar a los pequeños a ser la mejor versión de sí mismos.
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