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¿Por qué debemos aferrarnos a ciertas prácticas de crianza?

papá e hija tocándose con la frente y riendo

Puntos clave:

  1. Los bebés humanos han sido programados biológicamente para responder a ciertas prácticas de crianza que son necesarias para un desarrollo cerebral saludable.
  2. Algunas prácticas parentales modernas, como no amamantar y la falta de capacidad de respuesta al llanto del bebé, pueden tener un impacto negativo en el desarrollo del cerebro.
  3. Algunas prácticas parentales pasadas que se han abandonado, como la lactancia materna, la capacidad de respuesta, el tacto y el juego, son esenciales para el desarrollo saludable del cerebro de los niños.
  4. A menudo es necesario abandonar las creencias culturales modernas y las prácticas parentales desacertadas, ya que pueden afectar negativamente el desarrollo cerebral y el bienestar emocional de los niños.

¡El cambio está en nuestra naturaleza! Vivimos en un mundo en constante cambio, donde hemos aprendido a adaptarnos a nuevas situaciones y ambientes. Como hemos descubierto y experimentado nuevas cosas, nuestras prácticas de crianza y creencias culturales también han cambiado.

La experiencia nos ha enseñado que algunas prácticas del pasado no son buenas para nosotros, así que nos hemos esforzado por cambiarlas por completo. Pero ¿qué hay de las preguntas que aún no hemos podido responder? ¿O del conocimiento erróneo que parece ya no ser verdad? Un estudio ha descubierto que algunas prácticas parentales o de crianza, que en cierta medida hemos abandonado, son realmente buenas y no deberían quedarse en el pasado, ya que ayudan a impulsar el desarrollo del cerebro del bebé.

Los bebés nacen con necesidades, ya que sus cerebros no se han desarrollado por completo. Según Darcia Narváez, profesora de psicología especializada en la moralidad y el desarrollo del cerebro, algunas prácticas de crianza del pasado implicaban amamantar al bebé por varios años, responder a sus necesidades con frecuencia, tener constante contacto físico y dedicar tiempo al juego libre. Los estudios han descubierto que todas estas prácticas paternales tienen un impacto positivo en el desarrollo del cerebro de un niño. Por ejemplo, la lactancia materna proporciona nutrientes y ayuda a crear vínculos entre la madre y el bebé. Para los niños, el juego es una forma esencial de aprender y expresarse, y les ayuda a desarrollar habilidades sociales y autocontrol. Y el contacto físico se convierte en una forma de lenguaje que fomenta la empatía y el autocontrol. El problema es que hemos abandonado algunas de estas prácticas de crianza, ya que nuestras creencias culturales o modernas han cambiado y, por ello, también nuestro comportamiento hacia los niños.

Según Narváez, los padres modernos y las «prácticas de crianza y creencias mal aconsejadas, como el uso de la leche de fórmula o el aislamiento de los niños pequeños», pueden tener un impacto negativo en el desarrollo del cerebro de un bebé. Hoy en día, menos madres eligen amamantar por más de 6 meses, a los niños pequeños ya no se les permite jugar tanto como antes, y los bebés pasan más tiempo en carriolas o asientos de automóvil que en los brazos de sus padres. Además, nuestros comportamientos han sido moldeados por creencias culturales tales como, «no respondas pronto al llanto de un bebé, ya que puedes mimarlo de más o malcriarlo», sin embargo, esta creencia no es correcta. Responder a las necesidades de un niño es muy importante en las primeras experiencias de vida, ya que esto puede determinar sus futuras habilidades sociales, su estilo de apego y su bienestar emocional. Por lo tanto, negar al llanto y no responder pronto a las necesidades de un bebé puede traer consecuencias a largo plazo y afectar negativamente su bienestar emocional.

¡El cambio es inevitable! Sin embargo, aún podemos mantener algunas de nuestras prácticas de crianza más valiosas. Los bebés necesitan de padres sensibles y que respondan para tener un sano desarrollo y bienestar emocional. Varios estudios han vinculado algunas prácticas modernas de crianza, tales como la falta de lactancia materna, a un impacto negativo en el desarrollo del cerebro. Hoy en día, hemos visto un aumento en los casos de depresión, ansiedad y comportamiento agresivo entre niños y adultos. A pesar de que nos gusta el cambio, podemos mantener prácticas de crianza que ahora sabemos son necesarias para el sano desarrollo de un niño. Si queremos el bienestar y la salud emocional para futuras generaciones, tendremos que mantener algunas prácticas de crianza ancestrales, ya que estas forman parte del nicho de desarrollo humano.

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