Puntos clave:
- Los orígenes de la timidez pueden encontrarse en la reactividad temperamental de los bebés y la capacidad de respuesta de sus padres.
- La crianza excesivamente protectora y controladora puede afectar negativamente el desarrollo social del niño y provocar timidez.
- Los padres siguen desempeñando un papel importante en el desarrollo social del niño durante los años preescolares; los niños más tímidos suelen tener padres menos sensibles y más sobreprotectores.
- Es importante que los padres encuentren un equilibrio entre brindar apoyo y sobreprotección, y considerar el contexto y la dificultad de la tarea en cuestión antes de decidir si un niño necesita ayuda.
En un artículo anterior, hablamos de cómo el temperamento y el ambiente en el que crece un niño influencia el desarrollo de la timidez, y cómo los estilos de crianza y el apego con los padres son aspectos clave para determinar este tipo de personalidad. Así que, ¿cómo se ve esto a través del tiempo?
0-24 meses
La timidez se manifiesta desde las etapas más tempranas de la vida y se observa en la reacción temperamental de tu bebé y en la sensibilidad y respuesta de ustedes como padres cuando cuidan de ella. Cuando un niño tiene reacciones emocionales negativas muy fuertes, cuidar de él es muy demandante y sus padres tal vez no se den el tiempo de actuar con sensibilidad y apoyarlo adecuadamente. Como consecuencia, esto hace que el pequeño no desarrolle un apego seguro. En lugar de eso, el bebé desarrolla un estilo de apego ambivalente, lo que lo llevará a temerle al rechazo y al fracaso, y a ser incapaz de lidiar con situaciones sociales y retos. Además, varias investigaciones descubrieron que los niños con apego ambivalente tienen mayores probabilidades de convertirse en personas retraídas e inseguras cuando crezcan y comiencen a ir a la escuela.
Además del apego, el control psicológico también determina el desarrollo de la timidez. Hay dos tipos de patrones que conllevan a las conductas de sobreprotección. La primera se da con la micro administración invasiva e innecesaria de las actividades del niño. Este tipo de interacciones harán que tu hija piense que no es capaz de hacer nada sin la ayuda de sus padres y le niega la oportunidad de practicar las habilidades necesarias para lidiar con situaciones retadoras (apropiadas para su nivel de desarrollo). El otro patrón de sobreprotección se da cuando los padres critican o se burlan de su hija, lo cual amenaza la confianza y sentido de valía de la pequeña. Así que, ya sea que los padres sean demasiado aprensivos o muy negativos, las actitudes controladoras con niños que son tímidos por naturaleza harán que estos crezcan siendo personas tímidas y reservadas.
¿Qué hay que hacer durante esta etapa? Presta atención a las señales de tu bebé y responde adecuadamente; ser sensible a las necesidades de tu hija le ayudará a sentirse segura y a tener confianza en sí misma. Pasa tiempo de calidad con ella haciendo actividades adecuadas para su edad. Sé cariñosa, halágala, muéstrale afecto positivo para reducir la posibilidad de que sienta ansiedad en el futuro, y ayúdale a desarrollar bases firmes de competencia social.
¿Qué es lo más importante durante esta etapa? Encuentra un equilibrio entre apoyar y cuidar a tu hija (para que se sienta segura), y evita tener actitudes sobreprotectoras o controladoras (para que tu pequeña se sienta capaz de hacer las cosas por sí misma).
2-5 años
Si bien es cierto que los primeros 24 meses son muy importantes para el desarrollo social de tu bebé, eso no significa que sus tendencias sociales no sean maleables después de los dos años. Los padres tienen un papel muy importante durante los años de preescolar. Investigaciones muestran que los niños más tímidos suelen tener padres más sobreprotectores y menos sensibles que no les permiten desarrollar su autonomía. ¿Cómo saber si estoy apoyando o controlando a mi hija? Hay una línea muy delgada entre estas dos actitudes. Después de todo, se supone que los padres deben estar 100% involucrados en la vida de su hijo y preocuparse todo el tiempo por él, ¿no? En realidad, todo depende del contexto y de la situación. Un estudio interesante examinó las conductas de las madres cuando interactuaban con sus hijos en dos contextos diferentes. Los resultados mostraron que cuando las madres eran más atentas y aprensivas durante el juego libre de sus hijos (un contexto en el que los niños pueden experimentar sin necesitar mucha ayuda), estos se retraían más cuando jugaban con sus pares, lo cual sugiere que ven el juego con otros niños como una amenaza y no como una situación social divertida. Por otro lado, cuando las madres actuaban de la misma manera cuando su bebé se enfrentaba a tareas difíciles (un contexto donde los niños eran retados y podían llegar a frustrase), sus hijos eran menos reservados al jugar.
Hay que tomar en cuenta que las habilidades de autorregulación y excitación emocional de tu hija determinarán qué tanto la influirán tus actitudes de crianza. Por un lado, los niños que responden de forma calmada a situaciones retadoras (y tienen una buena autorregulación), lidian mejor con ellas, incluso si la socialización con sus padres no es ideal. Por otro lado, los niños que dependen mucho de fuentes externas de apoyo (y tienen poca autorregulación) necesitan de padres más afectivos y compasivos para poder lidiar con situaciones difíciles, y son más vulnerables a los efectos negativos de tener un padre controlador; por lo tanto, es más probable que se vuelvan niños tímidos e inhibidos.
¿Qué hay que hacer durante esta etapa? Conoce la personalidad de tu hija, nota cuándo necesita ayuda y cuándo puede hacer las cosas por sí misma. Toma en cuenta el contexto y la dificultad de la tarea que esté realizando antes de decidir si ayudarla o no.
¿Qué es lo más importante durante esta etapa? Entiende las implicaciones de la situación y las necesidades de tu hija para decidir qué actitud de crianza será la más efectiva y cuál, por el contrario, podría ser contraproducente para el buen desarrollo social de tu pequeña.
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