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La primeira infancia y la ciencia del desarrollo infantil temprano

niña pequeña tomada de la mano de sus papás

Puntos clave:

  1. La adversidad y el estrés en la primera infancia pueden tener implicaciones físicas y químicas en el cerebro, dañando la capacidad de aprendizaje y exponiendo a los niños a un mayor riesgo de sufrir una mala salud física y mental.
  2. Los factores ambientales, incluso antes del nacimiento, pueden modificar químicamente la forma en que se expresan algunos de nuestros genes.
  3. Los niños pueden beneficiarse de las relaciones con otros cuidadores receptivos, siempre que brinden atención constante e interacciones de alta calidad.
  4. La negligencia grave es tan amenazante para el desarrollo como el abuso físico, y la negligencia o privación duradera conduce a graves deterioros cognitivos y dificultades con el desarrollo social y emocional.

A lo largo de los años se ha investigado a profundidad tanto el desarrollo cerebral, como el desarrollo infantil. Las ciencias sociales y conductuales han recopilado una impresionante cantidad de información, además de que se han hecho descubrimientos recientes en el área de las neurociencias. Pero ¿qué es lo que sabemos realmente sobre el desarrollo infantil? El Centro de Desarrollo Infantil (The Center on the Developing Child) de la Universidad de Harvard ha resumido décadas de investigación y descubrimientos en los siguientes conceptos. Esta lista nos da una visión general de cómo se ve un desarrollo saludable, qué causa que éste se altere y cómo podemos evitarlo.

1. El estrés excesivo, tanto a nivel familiar como ambiental, no solo afecta a los adultos, sino también a los bebés y niños pequeños. Sufrir adversidades puede afectar las bases del aprendizaje, la conducta y la salud. De hecho, pasar por situaciones muy duras durante la infancia temprana tiene implicaciones físicas y químicas en el cerebro que afectan negativamente la conducta y la capacidad de aprendizaje de un niño. A su vez lo hace más propenso a tener problemas de salud física o mental. Por eso, aprender a lidiar con el estrés es esencial para el desarrollo infantil saludable. Hay que recordar que los periodos cortos de estrés ayudan a los niños a aprender a adaptarse, siempre y cuando estén siendo apoyados por alguien. Sin embargo, los efectos tóxicos del estrés afectarán el desarrollo cerebral de un niño si este no está en contacto con un adulto que lo quiera y que le ofrezca su apoyo, o si el estrés es muy intenso y prolongado.

2. El futuro de un niño no solo está determinado por su genética; el desarrollo es un proceso interactivo. El ambiente, incluso antes de nacer, nos expone a muchas experiencias que modifican químicamente el modo en que se expresan nuestros genes. Por ejemplo, todos los niños nacen con la misma capacidad de concentración, pero serán las experiencias que vivan las que determinarán qué tanto desarrollarán esta habilidad. Sabiendo esto, podemos actuar y ayudar a construir una estructura cerebral sólida en nuestros hijos. ¿Cómo? Proveyéndoles de relaciones ricas y experiencias positivas.

3. Aunque el apego a los padres es crucial, los niños se benefician muchísimo de las relaciones que tienen con otros cuidadores. Por supuesto la relación principal de los niños será con sus padres, pero desarrollar relaciones cercanas con otros adultos (que sean personas confiables y cariñosas) no afectarán a la primera y pueden promover el desarrollo socioemocional del pequeño. Hay que tomar en cuenta que estas relaciones no deben intercambiarse con frecuencia, deben ser consistentes y ser interacciones de alta calidad. De otro modo, podrían afectar negativamente a los niños porque debilitan su habilidad para establecer expectativas sanas y seguras de cuándo se cumplirán sus necesidades.

4. Gran parte de la estructura cerebral se construye durante los primeros tres años de vida, pero eso no significa que la capacidad para seguir desarrollándola se cierre a esa edad. Si bien es cierto que es mejor empezar desde temprano y que algunos aspectos básicos de las funciones cerebrales, así como del desarrollo emocional, dependen muchísimo de las primeras experiencias, muchos aspectos del funcionamiento cerebral siguen desarrollándose durante la adolescencia y la adultez temprana. Por lo tanto, después de los tres años seguimos siendo capaces de aprender a superar impactos negativos en la mayor parte de las áreas del desarrollo.

5. La negligencia severa es una amenaza igual (o peor) para el desarrollo que el abuso físico. La negligencia prolongada o el abandono llevan a la activación persistente de los niveles de estrés. Por lo mismo, los niños pequeños que experimentan estos dos escenarios muestran más deterioro cognitivo, problemas de atención, déficits del lenguaje, dificultades académicas, conductas antisociales y problemas para relacionarse con sus pares, que los niños que sufrieron maltrato físico. Esto demuestra la importancia de las interacciones de servicio-respuesta para el desarrollo cerebral. También establece que el desarrollo saludable puede verse afectado no solo por experiencias negativas (como el abuso físico o sexual), sino por la falta de suficientes experiencias positivas.

6. Desarrollar resiliencia requiere de relaciones sanas, no de un fuerte individualismo. La capacidad para lidiar con las adversidades, adaptarse y salir adelante no depende de la fortaleza de carácter, sino de las relaciones sanas, los sistemas biológicos y la expresión genética de cada individuo. La presencia constante de al menos una relación sensible y sana, y las oportunidades para desarrollar mecanismos efectivos para afrontar situaciones difíciles son condiciones esenciales para fortalecer nuestra resiliencia ante las adversidades. Además, la ciencia demuestra que esta capacidad se puede fortalecer a cualquier edad. Construir mecanismos para lidiar con situaciones negativas es un proceso de desarrollo que comienza en la infancia y continua durante el resto de nuestras vidas.

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