Puntos clave:
- El desarrollo emocional y social es tan importante como el desarrollo físico, lingüístico y cognitivo para el bienestar general y el éxito en la vida de los niños.
- El desarrollo emocional implica habilidades como identificar y expresar emociones, manejar emociones fuertes, regular el comportamiento y tener empatía por los demás.
- El desarrollo emocional comienza temprano en la vida y es fundamental para el desarrollo de la arquitectura cerebral.
- Las experiencias emocionales con los cuidadores dan forma a las interconexiones entre los circuitos cerebrales de los recién nacidos y los bebés, mientras que los niños pequeños y los niños desarrollan habilidades aprendidas previamente para manejar emociones e interacciones sociales más complejas.
Cuando pensamos en el desarrollo infantil solemos imaginar bebés o niños aprendiendo a caminar, hablar o contar. Hacemos todo lo posible por ayudar a nuestra hija a adquirir estas habilidades y a que esté lista para enfrentar los retos del futuro. Pero ¿qué hay de aprender a identificar y expresar las emociones? ¿No son también habilidades muy importantes? ¡Por supuesto que sí! De hecho, las habilidades sociales que los niños aprenden durante los primeros cinco años de vida están directamente relacionadas con su bienestar emocional y su capacidad para adaptarse en la escuela. Además, son necesarias para establecer relaciones personales exitosas y duraderas a lo largo de la vida. Por eso, por muy importantes que sean el desarrollo físico, lingüístico y cognitivo, el desarrollo socioemocional es igual de relevante.
¿Pero qué implica el desarrollo emocional? Tener la capacidad de…
- Identificar nuestras emociones
- Identificar las emociones de los demás
- Entender nuestras emociones y las de los demás
- Manejar emociones fuertes
- Expresar emociones fuertes de forma constructiva
- Regular nuestra conducta
- Sentir empatía por los demás
- Establecer y mantener relaciones personales
Seguramente, como adultos, seguimos trabajando en algunas de estas habilidades, ¡pero lo hemos venido haciendo desde que nacimos! Investigaciones han demostrado que el desarrollo emocional comienza desde muy temprana edad y que es indispensable para el desarrollo de la arquitectura cerebral, algo que repercute de forma significativa durante toda nuestra vida.
Las emociones son reacciones biológicas y se presentan en múltiples regiones del sistema nervioso central. Con cada experiencia de vida y la influencia de nuestro ambiente, estas conexiones se expanden y nos permiten desarrollar una conducta emocional más madura. ¿Cómo se da esto en cada etapa del desarrollo?
Recién nacidos
Cuando los recién nacidos e infantes interactúan con sus padres o cuidadores, esas experiencias emocionales generan interconexiones en los circuitos cerebrales. Por ejemplo, cuando los alimentan, reconfortan o cargan en brazos. Durante esta etapa temprana, los bebés no son capaces de regular sus emociones y sus reacciones. Por lo tanto, un cuidador atento y sensible a sus necesidades se asociará con emociones positivas.
Niños pequeños
En esta etapa las emociones son más complejas. Una de las tareas más demandantes para los niños pequeños es aprender a manejar sus emociones. Poco a poco aprenden a interpretar sus propias experiencias y a comprender los que otros pueden estar sintiendo o pensando. Para entender mejor las emociones se basan en experiencias previas.
Niños
Como todo se basa en habilidades previamente aprendidas y en la estructura cerebral, cuando los niños están por acabar preescolar ya son capaces de anticipar, hablar sobre y ser conscientes de sus emociones y de las de los demás, lo cual les permite lidiar con interacciones sociales cotidianas de una forma adecuada. A esta edad, ya experimentan emociones mucho más complejas como la vergüenza, el orgullo o la culpa. Además, pueden comunicarse mejor verbalmente y son capaces de expresar cómo se sienten y pedir ayuda con palabras.
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