¡Hola, futura mamá aventurera! Aunque mantenerte activa durante el embarazo puede tener muchos beneficios, hay ciertas cosas que debes evitar por tu seguridad y la de tu bebé.
Si eras una entusiasta del ejercicio antes de quedar embarazada, puedes continuar con tu rutina de ejercicios, pero es realmente importante que primero consultes con tu médico. Aquí hay algunas cosas que es mejor posponer por un tiempo, ya que podrían representar riesgos para tu salud y la de tu bebé:
– Levantar pesas pesadas (nos referimos a levantamiento de pesas, no a esas adorables pesas de 2 kg, esas están permitidas).
– Actividades que implican contener la respiración.
– Ejercicios que te hagan estar acostada boca arriba, ya que podrían reducir el flujo sanguíneo hacia tu vientre.
– Deportes de contacto como hockey, baloncesto o fútbol; queremos evitar colisiones innecesarias.
– No practiques buceo, los cambios de presión pueden causar problemas serios.
– Gimnasia, equitación y cualquier actividad con riesgo de caídas.
– No practiques deportes a gran altitud que puedan afectar los niveles de oxígeno de tu bebé.
Opta por ejercicios de baja intensidad que te ayuden a mantenerte activa sin poner en peligro tu salud y seguridad. Si te cuidas y consultas a tu médico, todo estará bien.
Sin embargo, hay algunas situaciones en las que no se recomienda hacer ejercicio en absoluto. Según el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, debes evitar hacer ejercicio si tienes alguna de las siguientes condiciones:
– Enfermedades cardíacas.
– Enfermedades pulmonares.
– Insuficiencia cervicouterina.
– Embarazos anteriores con riesgo de parto prematuro.
– Sangrado constante.
– Placenta previa después de la semana 26 del embarazo.
– Membranas rotas.
– Preeclampsia o hipertensión inducida por el embarazo.
Y si alguna vez sientes algo extraño, ¡no te asustes! Es mejor detenerte y consultar con tu médico de inmediato. Si experimentas alguno de estos síntomas, busca ayuda médica de inmediato:
– Sangrado vaginal.
– Dificultad para respirar.
– Mareos.
– Dolores de cabeza.
– Dolor en el pecho.
– Debilidad muscular.
– Dolor o hinchazón en las piernas.
– Comienzo de trabajo de parto prematuro.
– Disminución del movimiento fetal (cuando el bebé no se mueve tanto como de costumbre).
– Fuga de líquido amniótico.
Si tienes alguna duda, ¡consulta con tu médico sin miedo! Recuerda que es realmente importante tener una comunicación abierta y honesta con tu doctor. Cuídate y escucha a tu cuerpo, cosas maravillosas están sucediendo dentro de ti, y lo más importante es mantenerse sana, segura y tranquila. ¡Trata de disfrutar cada momento de esta maravillosa experiencia!