Puntos clave:
- Los bebés nacen con una curiosidad innata por explorar y aprender.
- Cultivar la curiosidad es fundamental para el aprendizaje permanente y la motivación para buscar conocimientos.
- Actividades como seguir los intereses de su hijo, crear un entorno interesante, redirigir en lugar de desalentar la exploración, reservar tiempo para juegos imaginarios y utilizar preguntas abiertas pueden fomentar la curiosidad.
- El miedo, las restricciones y la ausencia pueden socavar la curiosidad, y es importante que los padres proporcionen una presencia afectuosa y comprometida para reforzar los descubrimientos del niño y fomentar la exploración.
Los niños nacen siendo personas curiosas y conforme crecen su curiosidad y aprendizaje también se desarrollan. La curiosidad se ha definido como la alegría del descubrimiento. El psicólogo, epistemólogo y biólogo Jean Piaget reconoció la importancia de la curiosidad cuando se refirió a los niños como unos pequeños científicos.
“No tengo ningún talento especial. Solo soy apasionadamente curioso.” -Albert Einstein
Al principio, verás que tu hijo explora sus manos y luego toca y saborea todo lo que esté a su alcance. Si tu pequeño ya es un poco más grande, seguro habrás notado que su palabra favorita es “por qué”. Quiere seguir explorando y entender cómo funcionan las cosas y por qué son como son. Ya te habrás dado cuenta de que, para satisfacer su propia curiosidad, tu hijo trata de experimentar todo aquello que le llama la atención. Estas experiencias significativas juegan un papel clave para su capacidad cerebral y estimulan su desarrollo temprano.
Curiosidad y aprendizaje
En un estudio con niños de kínder, los investigadores pediátricos de la revista Nature descubrieron que fomentar la curiosidad de los pequeños y cultivar su gusto por el aprendizaje tenían un efecto potencial en sus logros académicos durante los años de jardín de niños, sobre todo en las habilidades de lectura y matemáticas.
Su conclusión es consistente con algunas de las descripciones más antiguas sobre la curiosidad que la definen como “una pasión por el aprendizaje” y habla del impulso positivo y motivado por el conocimiento que subyace en la curiosidad. Se han encontrado resultados consistentes que relacionan la curiosidad con el constructo de una motivación intrínseca en los niños. En vista de esto, la teoría comprueba que promover la autonomía, la confianza y las conexiones sociales pueden fomentar la motivación intrínseca y, por lo tanto, aumentar la curiosidad.
El doctor Bruce Perry habla sobre un ciclo de aprendizaje y de cómo la curiosidad de tu hijo estimula su desarrollo. Cuando los niños sienten curiosidad por algo quieren explorarlo y, al hacerlo, descubren cosas nuevas. Por ejemplo: cómo sostener una sonaja, cómo rodar, deslizarse o probar alimentos nuevos. Cada vez que tu hijo descubra algo, sentirá placer al hacerlo y por lo tanto repetirá la experiencia. Es así como entiende, absorbe y expande su colección de experiencias, volviéndolo más seguro de sí mismo y motivándolo a aprender.
Por supuesto, la infancia temprana es un momento de mucha vigilancia y de exploraciones supervisadas. Esto significa que, como padres, el reto es proveerle a su pequeño de un espacio seguro y supervisado donde pueda satisfacer su curiosidad de una forma creativa y saludable.
¿Cómo podemos hacer eso? Te damos 10 consejos de por dónde empezar.
- Cambia las cosas. Si están acostumbrados a jugar en la sala, ¿qué tal si esta vez van al parque? Anima a tu hijo a jugar con diferentes juguetes, texturas y aromas. Una excelente manera de fomentar la curiosidad de tu pequeño es explorar con los sentidos.
- Pasen más tiempo en el suelo y al aire libre. ¡Una de las mejores maneras de explorar con tu hijo es aprovechar los estímulos naturales!
- La observación es una parte importante de la curiosidad. Fomenta la curiosidad de tu hijo ayudándole a ver el panorama general y los pequeños detalles. “Mira el insecto. ¿Cuántos puntitos tiene sobre la espalda?”.
- Explorar con los sentidos es la manera en que descubrimos y vemos el mundo. Salgan y jueguen a “Veo, veo” con los colores, las formas y los tamaños. “Veo, veo algo redondo y amarillo”. ¿Y si jugaran a “escucho, escucho”? “Escucho, escucho dos pájaros cantando”. Puedes jugar este juego con los demás sentidos, ¡no hay límites! “Veo, escucho, siento, huelo, saboreo”.
- Jueguen con las diferentes estaciones del año. ¿En qué piensan cuando dices días de verano o de invierno?
- Cuando tu pequeño te pregunta algo, muchas veces ya tiene una noción de cuál podría ser la respuesta. Antes de contestar a la pregunta, invítalo a que te comparta lo que pasa por su mente: “Es una muy buena pregunta, ¿tú qué crees?”.
- Lleven un diario de preguntas. Escribe todos los “por qués” de tu hijo y ¡creen el hábito de contestar una pregunta cada día! “¿Por qué el sol desaparece más tarde durante la primavera?”, “¿Por qué los perros calientes se llaman así si no están hechos de perros?”.
- Hagan juegos de roles y dejen volar su imaginación. Deja que tu pequeño decida quién tendrá qué papel. El juego independiente está muy vinculado con la autoestima y anima a los niños a sentir que pueden tomar sus propias decisiones y expresar sus intereses.
- ¡El ingrediente secreto es el aliento! Una publicación del ASCD explica que los niños están muy en sintonía con la retroalimentación que reciben de los adultos. Cuando un adulto expresa su aliento o le da ánimos, es más probable que el niño siga explorando.
- La curiosidad puede crear conexiones. Anima a tu hijo presentándole a los expertos que conozcas y enseñándole que están dispuestos a compartir sus conocimientos. “¿Por qué los camaleones cambian de color?”, “¡Es una buena pregunta! Le preguntaremos al veterinario cuando vayamos a verlo”.
Durante este periodo el cerebro de tu hijo jugará con conceptos que pueden interpretarse como preguntas que derivarán en malas conductas. Por ejemplo, “¿Qué pasa si tiro el huevo al suelo?”. En lugar de desalentar el experimento, ¡trata de crear un espacio seguro para explorar esa idea! “¿Qué te parece si preparamos un pastel y me ayudas a agregar los huevos?”.
Algunas veces las preguntas infinitas de los niños pueden parecernos abrumadoras y desafiar nuestro conocimiento. Hay que recordar que la curiosidad de los pequeños es el motor que les ayuda a entender y explorar el mundo. Así que la mejor forma de seguir fomentando su aprendizaje y creatividad es contestar a sus preguntas con “¡Qué buena pregunta! ¡Averigüémoslo!”.
Sofía Martínez es una psicóloga especializada en el Desarrollo de la Primera Infancia. Es una instructora certificada de yoga y meditación, y le encanta compartir estas técnicas con niños y adultos. Sofía ha pasado tiempo trabajando con niños para estudiar su desarrollo normal, así como ha trabajado con pequeños de capacidades diferentes para entender su desarrollo individual. Quiere continuar estudiando sobre la primera infancia y llevar el modelo Kinedu a familias alrededor el mundo.
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