Puntos clave:
1. La autorregulación es fundamental para nuestras relaciones sociales y emocionales, ya que implica gestionar emociones, cooperar, manejar la frustración y resolver conflictos de manera saludable.
2. Los niños desarrollan la autorregulación desde el nacimiento a través de las interacciones y la orientación de los cuidadores.
3. Los bebés requieren interacciones tranquilizadoras y receptivas para construir confianza y habilidades de autorrelajación.
4. Los niños pequeños se benefician de rutinas, opciones y el reconocimiento de emociones para desarrollar el autocontrol y lidiar con la frustración.
La autorregulación es una habilidad fundamental para nuestro bienestar socioafectivo porque nos permite mantener interacciones y relaciones saludables. La autorregulación es la capacidad para expresar y manejar emociones fuertes, cooperar con los demás, lidiar con la frustración y resolver conflictos. Esta nos permite completar nuestras actividades cotidianas gracias a que nos ayuda a manejar y a controlar nuestras emociones. Por eso, cuando los niños no se saben autorregular se les dificulta completar tareas cotidianas como sentarse, poner atención o interactuar con sus pares.
Desde el nacimiento hasta los cuatro años, e incluso después, los niños aprenden a autorregularse gracias a las interacciones que tienen y a la guía que reciben de los adultos. De hecho, las interacciones amables y sensibles con sus cuidadores son esenciales en este tema y forman parte de la estrategia de “corregulación” que les enseña autocontrol a los pequeños. Esta estrategia trata de proveerles del apoyo, guía y modelos necesarios para que los niños comprendan, expresen y regulen sus emociones y acciones. Para lograrlo necesitan recibir respuestas consistentes y empáticas de parte de sus cuidadores, a la par que apoyo y aliento. Pero ¿qué puedes esperar en cada etapa del desarrollo de tu hijo? Y ¿cómo puedes ayudarle usando la corregulación?
Bebés
Al principio los bebés carecen de autocontrol. Actúan y reaccionan naturalmente ante sus emociones y necesidades, y dependen de sus cuidadores para poder corregularse. ¿Qué puedes hacer en esta etapa? Enseñarle a tu hijo a calmarse solo, a esperar aunque sea por unos segundos, y ayudarle a tener transiciones fluidas entre actividades. Asegúrate de mantener la calma para que cuando tu pequeño esté frustrado, se sienta seguro. Es muy importante que tengas interacciones sensibles y empáticas con él, porque esto sentará las bases de su futura autorregulación. Con el tiempo aprenderá que estarás ahí cuando te necesite y confiará en que cuidarás de él.
Niños muy pequeños
Aunque ya son menos dependientes, los pequeños aún necesitan ayuda para tranquilizarse y regularse, sobre todo cuando están molestos. Por lo tanto, incluso si ya tienen mecanismos de autocontrol más complejos, como poder dirigir su atención a una tarea o acudir a un cuidador para sentirse seguros cuando sienten frustración, siguen teniendo deseos y emociones muy fuertes que son difíciles de controlar. Además, experimentan una lucha interna porque comienzan a ser más independientes y lo enfatizan, pero aún no son capaces de hacer muchas cosas que les gustaría hacer. Esto puede ser muy frustrante para ellos. ¿Qué puedes hacer para ayudar a tu hijo? Implementa rutinas y dale la oportunidad de tomar decisiones cuando sea posible, esto hará que se sienta más confiado y en control de las situaciones. También nombra y reconoce sus emociones para que sepa que lo entiendes y que le ayudarás a manejar lo que siente.
Niños pequeños
Un poco más adelante, los niños comienzan a comprender que las personas tienen sus propias ideas y sentimientos. Al relacionar sus emociones con las de los demás (con ayuda de sus cuidadores), los pequeños desarrollan la empatía, lo cual ayuda a avanzar en el proceso de la autorregulación. Sin embargo, estos pequeños aún son incapaces de contenerse y actuar impulsivamente para cumplir sus deseos. ¿Qué puedes hacer en esta etapa? Conviértete en un puente hacia las conductas adecuadas y sugiérele a tu hijo maneras correctas de actuar y de resolver conflictos, reconoce sus sentimientos, déjalo escoger entre algunas opciones viables, guíalo en el proceso de toma de decisiones, y enséñale a tener paciencia, por ejemplo, al esperar su turno cuando juega.
Toma en cuenta que no es si no hasta los 42-48 meses que los niños adquieren la habilidad para controlar sus impulsos y emociones, y resistir la tentación de hacer cosas prohibidas. ¡Tener expectativas realistas también te ayudará a combatir la frustración!
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