Puntos clave:
- La adquisición del lenguaje es un proceso complejo que involucra desarrollo cognitivo y físico.
- Los fonemas son unidades de sonidos del habla en cada idioma.
- Los niños adquieren fonemas entre los 24 y 60 meses de edad.
- La exposición a palabras habladas ayuda a los niños a distinguir y reproducir fonemas.
Los adultos dominamos tan bien nuestra lengua materna que hemos olvidado la frustración de no ser capaces de comunicar nuestros deseos y necesidades. De hecho, aprendemos palabras nuevas después de haber sido a expuestos a ellas un par de veces y el único momento en que tenemos dificultades para articular algún sonido es cuando hablamos una lengua extranjera. Los niños pequeños, por el contrario, están acostumbrados a la dificultad que conlleva tratar de decir algo sin tener las palabras suficientes o la capacidad para pronunciarlas.
La adquisición del lenguaje es un proceso muy complejo. Por un lado, involucra el desarrollo cognitivo de simbolizar un objeto a través de un sistema de signos escritos u orales. Por otro, requiere los aspectos físicos necesarios para producir sonidos específicos usando los labios, dientes, paladar, mandíbula, respiración y cuerdas vocales; y luego articular dichos sonidos en una gran variedad de combinaciones y secuencias.
En todos los idiomas las unidades significativas de sonido se llaman fonemas. Cada lengua posee un sistema determinado de sonidos y fonemas con varios niveles de dificultad de pronunciación. Por lo tanto, los niños adquieren los fonemas a diferentes edades. De acuerdo con la Academia Americana de Pediatría, este proceso se da sobre todo entre los 24 y 60 meses de edad, aunque a los 4 años muchos niños ya dominan la mayor parte de los sonidos de sus lenguas maternas, frecuentemente con la excepción del sonido /rr/ porque es más difícil de pronunciar. En 1971 terapeutas del lenguaje identificaron una correlación importante entre la capacidad de los niños de preescolar para detectar y distinguir diferentes sonidos lingüísticos, y su habilidad para reproducirlos a la hora de hablar. Según un artículo publicado en el British Journal of Disorders of Communication (Revista británica sobre los desórdenes de comunicación), la mejor manera de estimular la pronunciación y producción fonémica de tu hija es exponerla constantemente a la comunicación oral.