Hay cosas en la vida que por definición vale la pena vivirlas, desde irse de viaje con una amiga, cortejar al chico que nos gusta, quedarse toda una noche despierta para ver un amanecer y seguramente miles más. Pero si hay algo que toda mujer que es madre no quiere perderse ni un instante, es el de ver crecer a nuestros hijos.
¿Cómo puede ser que hasta ayer nos asombrábamos de su primera sonrisa? y hoy ya se ríe a carcajadas cuando le hacemos cosquillas. ¿O recuerdan cuando hasta hace un tiempo lo mirábamos gatear persiguiéndonos por toda la casa? y hoy el andar de sus dos patitas nos maravilla el alma. ¿Cuándo es que dejó de necesitar nuestros brazos para poder desplazarse? ¿O cuándo con cada gemido intentábamos adivinar qué es lo que nos estaba pidiendo y hoy: «mami agua» lo escuchamos casi a diario. ¿Porqué será que nos causa tanta felicidad pero a la vez mucho miedo que crezcan? Desde que nos recibimos de padres, que sabemos y nos preparamos para ese momento, y aunque sea un proceso de sentimientos encontrados: felicidad, miedo, amor, dolor, debemos ser muy generosas como madres y como guías, para allanarles el camino y que crezcan de la manera más sana posible. Y es que cuando queramos acordarnos, los juguetes y los dibujitos serán sólo un recuerdo y tendremos que mirar a nuestros hijos a los ojos para vernos a través de ellos y del paso del tiempo.
Sabemos que es implacable e inevitable, pero por suerte cada día que nos levantamos es un regalo que tenemos para recordarnos a nosotras mismas que hay que disfrutarlo con todo nuestro ser, abrazarlo, besarlo, apapucharlo y mimarlo mientras podamos. Ya que el mismo bebé que ayer no nos dejó dormir, o que lo tuvimos que buscar antes del colegio porque le dolía la panza, va a ser el mismo que nos pida consejos cuando se peleó con la novia, o nos llame para contarnos que le fue bien en un examen. Y lo más seguro es que cuando eso pase, no podamos evitar emocionarnos o llenarnos de orgullo. Porque aunque para nosotras, ese que ya nos pasó dos cabezas de altura, ese que nos pide que le cerremos la puerta porque quiere su intimidad, ese que nos manda fotos de sus vacaciones con los amigos, sí, ese mismo, siempre será nuestro bebé, y nosotras sus madres, y es una relación que más allá del tiempo que pase, ¡será para toda la vida!
Más sobre Leila
Mamá de un niño que es mi mejor obra. Sé que soy su nexo con el mundo, por eso trabajo para mostrarle lo más lindo que tiene esta vida: el amor, la familia, los amigos. Busco todos los días ser una buena madre para mi hijo – aunque a veces cueste el camino. Hace años trabajo en el área de comunicación, soy fanática de las redes sociales: Facebook, Twitter, e Instagram. Adicta a la lectura y escritura en mis tiempos libres, mamá de tiempo completo y hoy feliz de ser una madre Kinedu.