A las mujeres, sobre todo cuando somos madres, se nos activa el chip que viene con la frase: “no hay límites para el amor». Y es cierto, ya que por nuestros hijos, somos capaces de matar, o morir, o lo que sea para verlos felices. Porque los amamos de una manera inconmensurable es que creemos que el límite en este caso no existe. Pero aunque parezca contradictorio, los límites y el amor se encuentran íntimamente relacionados.
Pensarán algunos, ¿porqué se me ocurre escribir sobre esto?, y es que como madre nos encontramos todo el tiempo en la delgada línea de pensar si le estaré haciendo un bien, o le estaré haciendo un mal, dejándolo o no hacer tal o cual cosa, y es que creo que éste es uno de los desafíos más difíciles que tenemos como madres y educadoras. ¿Cómo hacer para dejarlo llorar y verlo sufrir aunque sepamos que en el fondo estamos haciéndole un bien?
Poniéndole un límite, que es nuestra «obligación» hacerlo. Como madres debemos criar a nuestros hijos marcándoles el camino, mostrándoles que hay un rumbo, que hay cosas que se pueden y cosas que las tenemos prohibidas. Nadie dijo que es fácil, de hecho es un desafío diario como madre pensar que esto es a largo plazo.
Sería más fácil dejar que se coma los dos helados que nos pide, o que mire la televisión hasta cualquier hora, de hecho ganaríamos tranquilidad en el momento. ¿Pero que les mostramos para el futuro? ¿Cómo les explicamos después que vivimos en un mundo donde las frustraciones están a la orden del día? Donde el “Sí” no es moneda corriente, y donde dependerán de la fortaleza y el autoestima que les supimos inculcar, la base con la que formarán sus familias más adelante. Por eso, cuando te encuentres con el desafío de poner límites, piensa en estos cimientos, en estos ladrillos que formarán parte de la estructura del mañana, y cuando se te parta el corazón de verlo llorar, por no darle lo que quiere en el momento, recuerda que un “No” dicho a tiempo, contribuirá a criar niños emocionalmente más sanos y felices a un futuro.
Más sobre Leila
Mamá de un niño que es mi mejor obra. Sé que soy su nexo con el mundo, por eso trabajo para mostrarle lo más lindo que tiene esta vida: el amor, la familia, los amigos. Busco todos los días ser una buena madre para mi hijo – aunque a veces cueste el camino. Hace años trabajo en el área de comunicación, soy fanática de las redes sociales: Facebook, Twitter, e Instagram. Adicta a la lectura y escritura en mis tiempos libres, mamá de tiempo completo y hoy feliz de ser una madre Kinedu.