Como sabemos, el ser humano es un ser sociable. Más que relacionarnos con otras personas, necesitamos estar en sociedad para satisfacer nuestras necesidades de interacción, incluidas las de afecto.
Por eso, desde los primeros años de vida, es fundamental que nuestros hijos puedan aprender a convivir con otros niños. Es a través de esta cercanía con sus pares que los más pequeños aprenderán a vivir en sociedad y a desarrollar habilidades importantes, que van desde el habla hasta la capacidad de compartir y sentir empatía.
Pero, ¿cuándo hay que empezar a estimular esta convivencia? ¿Cómo hacer esto de forma sana y natural? ¡Mira algunos consejos y los primeros pasos en este artículo!
¿Cuál es la mejor edad para aprender a convivir con otros niños?
Desde el nacimiento hasta alrededor de los 3 años de edad, los bebés y niños pequeños desarrollan sus habilidades sociales. Al principio, el contacto visual, físico y la voz de los padres estimulan su capacidad de convivir y reconocer al otro, aunque sea de una forma un poco más primitiva.
A medida que pasan los meses, los bebés amplían su capacidad de ver, percibir el mundo y las otras personas que los rodean, y responder a los estímulos: ¡las primeras (y encantadoras) sonrisas son las primeras señales de este desarrollo social!
Luego, el desarrollo motor y las primeras palabras son un gran salto en la capacidad de convivir de los niños. Durante este período (que suele empezar a los 2 años), los niños ya comienzan a notar a sus compañeros de la misma edad, aunque no sepan exactamente cómo actuar con ellos.
A partir de esta etapa, es común ver a los niños socializar a su manera con los demás: tratando de jugar (con cariño o no), expresando su vocabulario e incluso quitándose juguetes de las manos. Estas actitudes son normales, ya que los niños están descubriendo al otro y cuáles son los límites de la convivencia.
¿Cuáles son los beneficios de aprender a convivir con niños de la misma edad?
Como acabamos de mencionar, cuando comienzan a convivir con sus pares, algunos niños pueden presentar actitudes agresivas como golpear, empujar, tirar del pelo y quitarle cosas a sus compañeros. Por estos motivos, muchos padres prefieren posponer la convivencia de su hijo con otros pequeños, pero hay que tener en cuenta que la convivencia trae muchos beneficios, además de ayudarle a desarrollar habilidades importantes con mayor rapidez. Algunos ejemplos son:
- Habla: Al escuchar a otros niños hablar, tu hijo aprenderá nuevas palabras y desarrollará el lenguaje más rápidamente.
- Capacidad de compartir: El niño suele ser el centro de atención en el hogar (es normal, ¿no?), pero saber compartir con los demás es una habilidad importante. El aprender a convivir con otros niños pequeños de la misma edad fomenta actitudes de colaboración y de compartir, desde juguetes, comida e incluso la atención de los demás.
- Aprende lo divertido que es estar juntos: Créeme, ¡los pequeños aprenden rápido que jugar con sus compañeros es más divertido! Por mucho que los padres se esfuercen por entretener (y comprender) a un niño, no será lo mismo que la interacción natural entre ellos.
- Capacidad de esperar su turno: Una vez más, estar con niños de la misma edad hace que tu pequeño entienda que hay más gente alrededor, y es necesario saber esperar su turno para jugar o ser atendido, por ejemplo.
¿Cómo incentivar la convivencia según cada edad?
Naturalmente, los estímulos de la convivencia deben ser diferentes según el grupo de edad del bebé o del niño. Consulta algunos consejos que respetan el desarrollo de cada época.
Hasta 1 año
En los primeros meses de vida, los bebés disfrutan que los toquen y los carguen, además de que hacen muecas e imitan gestos sencillos. ¡Sácale la lengua y probablemente él hará lo mismo!
Alrededor de los 3 o 4 meses, los pequeños comienzan a expresar sus primeras sonrisas sociales, reír, gritar y hacer pequeños ruidos. ¡Jueguen juntos, hazlo reír y diviértanse! ¡El vínculo entre ustedes se fortalecerá!
A partir de los 7 meses, tu hijo comienza a notar a otros bebés. Los mirarán fijamente, pero no interactuará con ellos realmente. Al final del primer año, es posible que todavía no muestre interés en otros niños. Puedes poner a tu hijo al lado de otros pequeños de la misma edad, para que se miren entre sí, pero no te extrañes si apenas interactúan: esta postura «antisocial» es natural.
De 1 a 2 años
Como ahora son más capaces de moverse y comunicarse, los niños de entre 1 y 2 años están más abiertos a hacer nuevos amigos de todas las edades, ¡pero no les gusta compartir sus cosas!
Además, disfrutan viendo a otros niños durante mucho tiempo, aprendiendo cómo imitarlos.
Un buen consejo en esta etapa es respetar a tu hijo: no es egoísta ni evita a otros niños. No lo obligues a compartir o a interactuar. Cuanto más tranquilo sea este enfoque, aprendera más rápido y de forma más natural a convivir con otras personas.
De 2 a 4 años
Hasta los 3 años, los niños siguen teniendo dificultades para percibir las emociones de los demás, son más egocéntricos y buscan su propia autonomía e independencia. Por estas razones, puede ser todo un desafío para ellos esperar su turno y aprender a compartir.
Una buena estrategia para desarrollar habilidades de convivencia en esta etapa es fomentar el contacto con otros niños. Si tu hijo aún no asiste a la escuela o a la guardería, intenta llevarlo a fiestas infantiles, parques o espacios públicos frecuentados por otros niños; ¡incluso, ve a las casas de tus amigos que tienen hijos!
Unos juegos muy divertidos que le ayudan a los niños a aprender a convivir, a comunicarse y a «ponerse en el lugar del otro» son los juegos simbólicos, los imaginativos o los que utilizan títeres. ¡Cuenta historias en las que los personajes muestren sus sentimientos o invita a tu niño a explorar la casa como si fuera un valle de dinosaurios! ¡No hay forma más animada de desarrollar las habilidades sociales de tu pequeño!
¿Viste que animar y convivir con otros niños puede ser fácil y divertido? ¡No tengas miedo de las actitudes que tendrá tu hijo (o los otros pequeños)! Todo esto es parte del aprendizaje y desarrollo del ser humano.
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